RESUMEN
La espasticidad es un problema grave con importantes efectos adversos en la vida diaria de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) y sus cuidadores. Los métodos que existen para medirla y evaluarla a veces están incompletos o tienen errores. En este artículo se examinan los métodos más antiguos y los más nuevos de evaluación cuantitativa de la espasticidad, y se intenta definir el método ideal.
COMENTARIO
Aunque la espasticidad es un trastorno bien conocido, su evaluación aún presenta problemas. Se han desarrollado muchos métodos para medir el nivel de la espasticidad, que pueden ser clasificados en dos grupos: métodos de evaluación clínica y métodos de evaluación cuantitativa.
La evaluación clínica de la espasticidad comienza con la anamnesis detallada y la exploración física:
- Anamnesis. Deben evaluarse los siguientes factores: duración, frecuencia y gravedad de la espasticidad; calidad del sueño; enfermedades concomitantes; medicamentos utilizados; músculos afectados; presencia de dolor; factores desencadenantes; y si la espasticidad es beneficiosa o perjudicial para el paciente.
- Examen físico. Se investiga la existencia de espasmos flexores o extensores y se analiza la postura, el tono muscular y los reflejos tendinosos.
Los métodos de evaluación cuantitativa de la espasticidad son importantes para decidir el tratamiento y valorar la respuesta. No obstante, es una evaluación complicada que depende en gran medida de la persona que lo lleva a cabo. Los métodos disponibles son los siguientes:
- Escalas de medición. Existen unas catorce escalas distintas para medir la espasticidad; la más conocida es la escala de Ashworth, que gradúa el tono muscular desde 0 (normal) hasta 4 (espasticidad grave). Existe una variante, la escala de Ashworth modificada, que incluye un grado más. Estas dos escalas son las más usadas, a pesar de que no distinguen las características propias de la espasticidad de las de otras alteraciones del tono, y de que la velocidad que el evaluador imprime al estiramiento afecta a la medición.
- Evaluación biomecánica. Las mediciones biomecánicas miden la respuesta mecánica al movimiento usando momentos de fuerza, sensores de posición y electromiografía. Las mediciones biomecánicas se correlacionan con las mediciones clínicas y son reproducibles, estables y objetivas. Su principal limitación es que requieren de equipamiento complejo. Las dos principales técnicas usadas son el test del péndulo y el dinamómetro isocinético.
- Evaluación electrofisiológica. Los estudios electrofisiológicos han proporcionado un amplio conocimiento sobre la espasticidad. El método electrofisiológico más utilizado es el reflejo de Hofmann, que mide el nivel de excitabilidad de las neuronas motoras α directamente relacionadas con la médula espinal. Su principal limitación es que los resultados de las mediciones no estandarizadas no son específicas de la espasticidad, por lo que los métodos electrofisiológicos se consideran complementarios y no deben usarse como método único de evaluación.
- Métodos de evaluación de la marcha. Para evaluar la espasticidad de los miembros inferiores, deberían analizarse todos los componentes de la disfunción motora. Hoy en día, las mediciones cinéticas y cinemáticas son más prácticas y útiles, gracias a los dispositivos portátiles y a los wearables.
- Métodos novedosos. Se han desarrollado como respuesta a la necesidad de encontrar formas más objetivas y prácticas de identificar y monitorizar la espasticidad más tempranamente. La elastografía es una nueva forma de visualizar la flexibilidad de los tejidos biológicos. Se ha demostrado que correlaciona bien con la escala de Ashworth y con la escala de valoración numérica (NRS). La miotonometría es una nueva técnica que permite una medición objetiva de la espasticidad cuantificando el desplazamiento muscular en respuesta a una fuerza de compresión perpendicular. Se ha propuesto como un método sensible para el uso en la práctica clínica diaria. Su principal limitación (al igual que la de la elastografía y los métodos de evaluación biomecánicos y electrofisiológicos) es la falta de personal entrenado y de equipos en los centros sanitarios.
En conclusión, la evaluación de la espasticidad debería basarse en la evaluación clínica combinada con medidas biomecánicas y/o electrofisiológicas obtenidas se forma repetida durante los movimientos activos y funcionales. El objetivo de desarrollar nuevos métodos para es obtener medidas con menos errores que puedan afectar a la interpretación de los resultados.